¿Te imaginas en una ciudad un monumento más grande que su catedral, más grande que su edificio más grande, un monumento tan, tan grande que no quepa en la ciudad misma? Algo así podríamos imaginar si le dedicamos un poco de la atención que merece al Acueducto de San Telmo de Málaga, una obra de ingeniería hidráulica singular realizada en tiempos de Carlos III por el arquitecto José Martín de Aldehuela, autor -una década más tarde- del majestuoso Puente Nuevo de Ronda.
Son ya 230 años los que han pasado por sus 30 acueductos y 33 puentes, y por las fuentes, arcas y alcubillas que se distribuyen a lo largo de sus casi once kilómetros de recorrido; 230 años y aún ofrece servicio, ya que el Acueducto de San Telmo sigue nutriendo con sus aguas a siete fincas situadas en la parte alta de su recorrido antes de internarse en la ciudad a la que dio de beber, convertido ya (desde 2009) en un monumento con todas las de la ley.
Hoy vamos a recorrer el acueducto de la mano de su actual guarda Javier Aguilar, al que acompaña su padre Enrique Aguilar, guarda mayor honorario, que fue durante 40 años el alcalde de aguas encargado de la distribución y turnos de riego, de que el cauce estuviera en buen estado, incluso de resolver posibles conflictos en los turnos de uso del preciado bien. Javier es hoy el último guarda de esta institución y desde la Asociación de Amigos del Acueducto de San Telmo es una de las voces más comprometidas con la conservación de tan importante patrimonio.
La toma de aguas
El acueducto nace en un azud cerca de la aldea de Los Gámez, en la zona del Pantano del Agujero; el lugar reúne todos los elementos del Locus amoenus, el paisaje natural idealizado: agua que corre, un bosquecillo de ribera con eucaliptos, chopos y un pequeño cañaveral, una cabaña abandonada…lo sentimos como lugar de paseo y a su vez como lugar para una infancia feliz.
El acueducto es básicamente una acequia descubierta que lleva el agua de riego-a su vez fuerza motriz para los molinos ligados al cauce-, y bajo ella, un canal cubierto encargado de llevar el agua potable a la ciudad sedienta, en uso hasta mitad de la década de los años 60.
A corta distancia del nacimiento del cauce está el Arroyo Humaina que es salvado mediante un hermoso puente, la primera obra de envergadura del Acueducto de San Telmo. Llegamos a él desde la glorieta existente en la salida de la A-45 al pantano del Agujero. El puente sobre el Arroyo Humaina tiene cuatro ojos, 75 m. de longitud y 15 m. de altura y por él vemos correr el agua, como si el Acueducto quisiera recordarnos que funcionalidad y belleza no están reñidas y pueden ir de la mano.
Molinos de San Telmo
Seguimos bajando hacia la ciudad hasta encontrar, frente al Jardín Botánico de La Concepción, el puente de Arroyo Hondo (de 45 m. de longitud y 15 m. de altura) y los Molinos de San Telmo, los dos primeros que se construyeron.
Aunque ya no están en uso, se encuentran muy bien conservados; gracias a la amabilidad del propietario del Molino nº 1 pudimos conocer su jardín, donde encontramos acacias, nogales y un almez de gran porte -ya bicentenario- posiblemente el más alto de la ciudad. En el edificio principal, el molino conserva aún la maquinaria que lo movía; al pasar a su patio interior nos impone su presencia una noria de gran tamaño, que por problemas en su eje nunca llegó a entrar en funcionamiento.
Los Molinos de San Telmo es lugar conocido por senderistas y ciclistas ya que están situados a escasos metros de una de las puertas de entrada al Parque Natural de los Montes de Málaga: el camino de 6,7 kms que lleva al Cortijo del Boticario.
Ya en el tramo urbano, en la zona alta de Ciudad Jardín, encontramos la construcción de más envergadura de todo el trazado, el puente sobre el Arroyo Quintana, conocido como Puente de los Once Ojos, de 180 m. de longitud. Ante el peligro de desplome de algunos de sus arcos, el puente fue sometido en 2009 a una necesaria restauración y hoy en día lo podemos contemplar en todo su esplendor: podríamos decir que solo le falta que pase el agua por él; recientemente se están desarrollando obras de ajardinamiento y acondicionamiento con la creación de paseos perimetrales.
El Acueducto de San Telmo mantiene su presencia en la zona de Mangas Verdes con puentes sobre el Arroyo Melero y el Arroyo Aceitero, pero conforme se adentra en el núcleo urbano sus elementos se hacen menos visibles.
El Acueducto entonces parece invitar a buscar su traza y a (re)conocerlo, puerta abierta para conocer la ciudad que cruza, invitación a valorar todos esos elementos que, como un esqueleto, están bajo su piel, casi ocultos pero ofreciendo sostén. Ese sería el caso del Arca principal, en la confluencia de calle Postigos y Carrera de Capuchinos, con su carácter de capilla callejera, o de la fuente de calle Los Cristos, de 1790 que pide atención y exige agua. El recorrido de una a otra nos hace pasar por la Iglesia de San Felipe, del siglo XVIII, y el Museo del Vidrio y Cristal, ambos merecedores de una detenida visita. Y junto a la fuente, en calle Ollerías, el Centro Cultural Provincial, custodio del Legado Temboury que atesora una importante colección de fotografías antiguas del Acueducto.
Quizá porque admite tantos puntos de vista, tantas formas de mirar, quizá porque además de bello es útil, el Acueducto de San Telmo es el gran desconocido; aprendiendo a conocerlo y reconocerlo contribuiremos a su conservación.
Este reportaje lo publicamos originalmente en la web de vacaciones españa.es, el 29 de abril de 2014